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10 de Octubre, 2009
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Todo lo que de vos quisiera es tan poco en el fondo porque en el fondo es todo, como un perro que pasa, una colina, esas cosas de nada, cotidianas, espiga y cabellera y dos terrones, el olor de tu cuerpo, lo que decís de cualquier cosa, conmigo o contra mía, todo eso es tan poco, yo lo quiero de vos porque te quiero. Que mires más allá de mí, que me ames con violenta prescindencia del mañana, que el grito de tu entrega se estrelle en la cara de un jefe de oficina, y que el placer que juntos inventamos sea otro signo de la libertad.
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sixs a las 01:07 · Sin comentarios
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03 de Octubre, 2009
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LA CRUZ DEL SURVos ves la Cruz del Sur y respirás el verano con su olor a duraznos y caminás de noche mi pequeño fantasma silencioso por ese Buenos Aires, por ese siempre mismo Buenos Aires. Extraño la Cruz del Sur cuando la sed me hace alzar la cabeza para beber tu vino negro, rnedianoche. Y extraño las esquinas con almacenes dormilones donde el perfumo de la yerba tiemble en la piel del aire. Extraño tu voz, tu caminar conmigo por la ciudad. Comprender que eso está siempre allá como un bolsillo donde a cada rato la mano busca una moneda, el peine, llaves, la mano infatigable de una oscura memoria que recuenta sus muertos. La Cruz del Sur, el mate amargo y las voces de amigos usándose con otros. Me duele un tiempo amargo Ileno de perros y desgracia la agazapada convicción de que volver es vano. Comprender que un mar es más que un mar, que la muerte se viste de distancia para llegar de a poco, lenta, interminable, como una melodía que se resuelve al fin en humo de silencio. Extraño ese callejón que se perdía en el campo y el cielo con sauces y caballos y algo como un sueño. Y me duelen los nombres de que cada cosa que hoy me falta, como me duele estar tan lejos de tu caricias y de tus labios. Extraño tu voz tu caminar conmigo por la ciudad. VEREDAS DE BUENOS AIRESDe pibes la llamamos "la vedera" y a ella le gustó que la quisiéramos. En su torno sufrido dibujamos tantas rayuelas. Después, ya mis compadres, taconeando dimos vuelta manzana con la barra silbando fuerte para que la rubia del almacén saliera con sus lindas trenzas a la ventana. A mí me tocó un día irme muy lejos pero no me olvidé de las vederas pero no me olvidé de las vederas. Aquí o allá las siento en los tamangos como la fiel caricia de mi tierra. ¿Cuánto andaré por ahí hasta que pueda volver a verlas?
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sixs a las 18:59 · 2 Comentarios
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03 de Octubre, 2009
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Y se muy bien que no estarás. No estarás en la calle en el murmullo que brota de la noche de los postes de alumbrado, ni en el gesto de elegir el menú, ni en la sonrisa que alivia los completos en los subtes ni en los libros prestados, ni en el hasta mañana. No estarás en mis sueños, en el destino original de mis palabras, ni en una cifra telefónica estarás, o en el color de un par de guantes o una blusa. Me enojaré amor mío sin que sea por ti, y compraré bombones pero no para ti, me pararé en la esquina a la que no vendrás y diré las cosas que sé decir y comeré las cosas que sé comer y soñaré los sueños que se sueñan. Y se muy bien que no estarás ni aquí dentro de la cárcel donde te retengo, ni allí afuera en ese río de calles y de puentes. No estarás para nada, no serás mi recuerdo y cuando piense en ti pensaré un pensamiento que oscuramente trata de acordarse de ti.
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sixs a las 05:18 · 2 Comentarios
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01 de Octubre, 2009
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En ese juego todo tenía que andar rápido. Cuando el Número Uno decidió que había que liquidar a Romero y que el Número Tres se encargaría del trabajo, Beltrán recibió la información pocos minutos más tarde. Tranquilo pero sin perder un instante, salió del café de Corrientes y Libertad y se metió en un taxi. Mientras se bañaba en su departamento, escuchando el noticioso, se acordó de que había visto por última vez a Romero en San Isidro, un día de mala suerte en las carreras. En ese entonces Romero era un tal Romero, y él un tal Beltrán; buenos amigos antes de que la vida los metiera por caminos tan distintos. Sonrió casi sin ganas, pensando en la cara que pondría Romero al encontrárselo de nuevo, pero la cara de Romero no tenía ninguna importancia y en cambio había que pensar despacio en la cuestión del café, y del auto. Era curioso que al Número Uno se le hubiera ocurrido hacer matar a Romero en el café de Cochabamba y Piedras, y a esa hora; quizá, si había que creer en ciertas informaciones, el Número Uno ya estaba un poco viejo. De todos modos, la torpeza de la orden le daba una ventaja: podía sacar el auto del garaje, estacionarlo con el motor en marcha por el lado de Cochabamba,y quedarse esperando a que Romero llegara como siempre a encontrarse con los amigos a eso de las siete de la tarde. Si todo salía bien evitaría que Romero entrase en el café, y al mismo tiempo que los del café vieran o sospecharan su intervención. Era cosa de suerte y de cálculo, un simple gesto (que Romero no dejaría de ver, porque era un lince), y saber meterse en el tráfico y pegar la vuelta a toda máquina. Si los dos hacían las cosas como era debido -y Beltrán estaba tan seguro de Romero como de él mismo- todo quedaría despachado en un momento. Volvió a sonreír pensando en la cara del Número Uno cuando más tarde, bastante más tarde, lo llamara desde algún teléfono público para informarle de lo sucedido.
Vistiéndose despacio, acabó el atado de cigarrillos y se miró un momento al espejo. Después sacó otro atado del cajón, y antes de apagar las luces comprobó que todo estaba en orden. Los gallegos del garaje le tenían el Ford como una seda. Bajó por Chacabuco, despacio, y a las siete menos diez se estacionó a unos metros de la puerta del café, después de dar dos vueltas a la manzana esperando que un camión de reparto le dejara el sitio. Desde donde estaba era imposible que los del café lo vieran. De cuando en cuando apretaba un poco el acelerador para mantener el motor caliente; no quería fumar, pero sentía la boca seca y le daba rabia.
A las siete menos cinco vió venir a Romero por la vereda de enfrente; lo reconoció enseguida por el chambergo gris y el saco cruzado. Con una ojeada a la vitrina del café, calculó lo que tardaría en cruzar la calle y llegar hasta ahí. Pero a Romero no podía pasarle nada a tanta distancia del café, era preferible dejarlo que cruzara la calle y subiera a la vereda. Exactamente en ese momento, Beltrán puso el coche en marcha y sacó el brazo por la ventanilla. Tal como había previsto, Romero lo vio y se detuvo sorprendido.
La primera bala le dio entre los ojos, después Beltrán tiró al montón que se derrumbaba. El Ford salió en diagonal, adelantándose limpio a un tranvía, y dió la vuelta por Tacuarí. Manejando sin apuro, el NúmeroTres pensó que la última visión de Romero había sido la de un tal Beltrán, un amigo del hipódromo en otros tiempos.
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sixs a las 13:28 · Sin comentarios
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01 de Octubre, 2009
· Vida |
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Julio Cortázar nació en Bruselas el 26 de Agosto de 1914, de padres argentinos. Llegó a la Argentina a los cuatro años. Paso la infancia en Bánfield, se graduó como maestro de escuela e inició estudios en la Universidad de Buenos Aires, los que debió abandonar por razones económicas. Trabajó en varios pueblos del interior del país. Enseño en la Universidad de Cuyo y renunció a su cargo por desavenencias con el peronismo. En 1951 se alejó de nuestro país y desde entonces trabajó como traductor independiente de la Unesco, en París, viajando constantemente dentro y fuera de Europa. En 1938 publicó, con el seudónimo Julio Denis, el librito de sonetos ("muy mallarmeanos", dijo después el mismo) Presencia. En 1949 aparece su obra dramática Los reyes. Apenas dos años después, en 1951, publica Bestiario: ya surge el Cortázar deslumbrante por su fantasía y su revelación de mundos nuevos que irán enriqueciéndose en su obra futura: los inolvidables tomos de relatos, los libros que desbordan toda categoría genérica (poemas-cuentos-ensayos a la vez), las grandes novelas: Los premios (1960), Rayuela (1963), 62/Modelo para armar (1968), Libro de Manuel (1973). El refinamiento literario de Julio Cortázar, sus lecturas casi inabarcables, su incesante fervor por la causa social, hacen de él una figura de deslumbrante riqueza, constituída por pasiones a veces encontradas, pero siempre asumidas con él mismo, genuino ardor. Julio Cortazar murió en 1984 pero su paso por el mundo seguirá suscitando el fervor de quienes conocieron su vida y su obra.
Entre sus obras:
Los Reyes (1949) Bestiario (1951) Final de Juego (1956) Las armas secretas (1959) Los premios (1960) Historias de Cronopios y de Famas (1962) Rayuela (1963) Todos los fuegos el fuego (1966) La vuelta al día en ochenta mundos (1967) o la máquina para leer Rayuela y otras historias 62/Modelo para armar (1968) Último round (1969) La prosa del Observatorio (1972) Libro de Manuel (1973) Octaedro (1974) Alguien anda por ahí (1977) Territorios (1978) Un tal Lucas (1979) o Lucas, sus pudores Quremos tanto a Glenda (1980) Deshoras (1982) Nicaragua tan violentamente dulce (1983) Los autonautas de la cosmopista (1983, escrito con Carol Dunlop) Divertimento (1986) El Examen (1986) Diario de Andrés Fava (1995) Adiós Robinson (1995)
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sixs a las 11:31 · 1 Comentario
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01 de Octubre, 2009
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Image by Nney via Flickr Su gato Teodoro W. AdornoUna puerta quedó entornada con dignidad para no ofender orgullos, y un rato después la mancha negra empezó a dibujar su espiral cautelosa sobre las baldosas rojas del líving, buscó una alfombrita cerca de la chimenea, y yo que leía a Paco Urondo escuché por ahí el primer mensaje de la alianza, un ronroneo confianzudo, entrega de cola estirada y sueño entre amigos. A los dos días me dejó que lo cepillara, a la semana le curé las mataduras con azufre y aceite; todo ese verano vino de mañana y de noche, jamás aceptó quedarse a dormir en la casa, qué te crees, y nosotros no insistimos porque ya pronto nos volveríamos a París y no podíamos llevarlo con nosotros, los gitanos y los traductores internacionales no tienen gatos, un gato es territorio fijo, límite armonioso; un gato no viaja, su órbita es lenta y pequeña, va de una mata a una silla, de un zaguán a un cantero de pensamientos; su dibujo es pausado como el de Matisse, gato de la pintura, jamás Jackson Pollock o Appel. Fragmento de "Ultimo Round" (1969)
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sixs a las 09:31 · 1 Comentario
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